En un post anterior, os hablamos de las posibles consecuencias de un uso abusivo de las nuevas tecnologías en las distintas edades y etapas de desarrollo del menor desde el nacimiento hasta los 6 años. En este segundo post llegamos hasta los 18 años, porque los niños más mayores también sufren esas consecuencias, a menudo con mayor incidencia y, lo que es peor, con menor margen de maniobra para solucionarlo, ya que, como dijimos en el post anterior, todo lo que no se resuelve adecuadamente en cada etapa se va arrastrando a la siguiente.
De 7 a 11 años: En esta etapa el entorno familiar sigue siendo para el niño un lugar al que retornar ante los conflictos con los otros y el resto de su mundo. Momento ideal para cultivar a nivel familiar la comunicación, el diálogo, el sostén y el establecimiento de límites. La familia sigue siendo una guía para el niño. Por ello, buscar espacios y momentos para el encuentro, para la escucha y para el asesoramiento (sin adoctrinar en exceso) resulta fundamental. Si como padres estamos demasiado ensimismados con la tecnología, se dificultará este proceso y el niño sentirá que no cuenta con este espacio en el que integrar los conflictos y las contradicciones que le surjan en su desarrollo diario, no aprendiendo, y pudiendo determinar que se afronten escenarios en solitario para los que aún no está preparado y que pueden suponer situaciones de riesgo.
Todo ello, puede facilitar la aparición de estados de agitación, dificultad para relajarse, irritación, conflictos con iguales y discusiones familiares. Al final de esta etapa, muchos niños empezarán a pedir un teléfono móvil y muchos de ellos ya dispondrán de su propio dispositivo, por tanto, todas las carencias que arrastren de hitos no completados en etapas previas supondrán una carga extra de vacios, dificultades y temas pendientes que el niño lleva a sus espaldas en su proceso evolutivo y que supondrán un riego para el desarrollo de una adicción.
Establecer unos límites claros respecto al uso de la tecnología e inculcar el valor de actividades saludables y enriquecedoras como el deporte y la lectura ayudarán a contrarrestar la invasión tecnológica en la vida de los más pequeños.
De 12 a 18 años: la adolescencia supone el periodo de crisis por excelencia donde todo lo que no quedó resuelto de las etapas anteriores rebrotará intentando hallar una salida, una explicación y una resolución. Se trata de un momento de readaptación y reajuste por parte de los más jóvenes que buscan encontrar su sitio en el mundo y cómo colocarse ante éste. En este momento, las relaciones con iguales se tornan fundamentales, siendo el grupo de amigos el sostén principal en el que se apoyará el joven para poder tomar distancia del núcleo familiar y empezar a configurar su propia identidad. Es una etapa de cuestionamiento, confrontación y rebeldía. Es una etapa dura, pero necesaria para que nuestros hijos puedan ir desarrollando su toma de decisiones, su autonomía y personalidad futura.
En esta etapa de metamorfosis, el cambio físico de los adolescentes se suma al ya complicado momento que viven y experimentan. En este sentido, las nuevas tecnologías van a tener un papel muy importante en sus vidas, siendo una de las herramientas más utilizadas para relacionarse con el otro y donde mostrarse a los demás. Aquí se corre el riesgo de obsesionarse con lo estético y el logro de una imagen ideal, refugiándose en la pantalla para no mostrar aspectos no aceptados de uno mismo por el miedo a ser rechazado. Los perfiles de las redes sociales invitan a ello al volcar en la mayoría de las ocasiones únicamente una parte fantástica, estupenda e ideal de la vida de las personas. Este afán por el perfeccionismo puede llevar a una sobreexigencia por parte del adolescente y como consecuencia puede desembocar en dificultades como trastornos de la conducta alimentaria, aislamiento, consumo de tóxicos, depresión, estados de ansiedad y dificultades escolares, entre otros muchos, e incluso puede llegar a una situación en la que la atención al móvil y la búsqueda de la foto perfecta pueda ser motivo de algo mucho peor, como ya hemos comentado en este post sobre los selfies a toda costa que pueden desembocar en un verdadero episodio dramático.
Cada etapa requiere un papel importante como padres, que implica dedicación y sacrificio, pero del que también se obtienen muchas satisfacciones. No obstante, la maternidad y la paternidad no son fáciles, así que si necesitas ayuda, ya sea asesoramiento sobre cómo gestionar alguna situación concreta o para trabajar alguna dificultad, en Funsalud estaremos encantados de ayudar, contacta con nosotros si necesitas orientación. Al final, lo más importante para el desarollo óptimo de nuestros hijos es un clima y vida familiar sanos en el que los niños puedan sentirse seguros y ser felices.
Marta Vicente Álvarez | Psicóloga especialista en psicoterapia con niños, adolescentes y adultos.