Las nuevas tecnologías se han convertido en una herramienta que permite llevar a cabo comportamientos susceptibles de vulnerar los derechos de usuarios de la red incurriendo en conductas de violencia digital. El rol del anonimato que permite Internet facilita llevar a cabo conductas destructivas y manipuladoras con mayor impunidad y más difíciles de detectar, lo que genera un aumento en la incidencia de este tipo de comportamientos violentos, que, en cualquiera de sus formas, suponen una agresión, y generan importantes daños psicológicos en la persona que las sufre.
Todos los usuarios de las redes sociales y/o Internet podemos ser víctimas de este tipo de agresiones; no obstante, los menores, por su falta de madurez e inexperiencia y también por la asunción de riesgos más predominante y prototípica de la etapa adolescente, hacen que sean uno de los colectivos más vulnerables.
Uno de los mayores riesgos está en la sobreexposición, por eso, desde Levanta la Cabeza insistimos mucho en la educación y sensibilización desde edad temprana, para facilitar así que nuestros hijos se vayan integrando en el mundo tecnológico de manera progresiva, con supervisión, orientación y unos límites claros, y en definitiva, con acompañamiento
Dentro de la violencia digital podemos encontrar los siguientes tipos: ciberacoso o ciberbullying, grooming, phising, sexting y sextorsión. Comentamos en este artículo los tres primeros, y seguiremos con los siguientes en un segundo post de esta misma serie, que incluirá también algunas señales de alarma que nos pueden alertar de una situación de violencia digital en alguien cercano a nosotros.
CIBERACOSO o CIBERBULLYING
Consiste en distintas formas de violencia realizadas a través de los dispositivos electrónicos (ordenador, tableta, móvil, etc). El acosador busca a sus víctimas en chats, foros o perfiles de redes sociales, recopila información sobre ellas para después perpetrar ataques personales, amenazas, chantaje u otras formas de manipulación a través de mensajes de texto, fotos, vídeos o publicaciones.
La presencia global de internet en nuestras vidas hace posible que el acosador pueda ejercer el acoso en todos los ámbitos de desenvolvimiento de la vida de la persona, es decir, en todas partes y a todas horas. Igualmente, la ausencia de testigos y el anonimato que ofrece internet son factores que agravan la situación, al dificultar su detección más precoz y haciendo que la situación se prologue durante más en el tiempo, y con ello, la gravedad del acoso y el daño generado en la víctima.
El ciberbullying es el acoso a través de los medios digitales llevado a cabo entre iguales. La presencia cada vez más extendida de los dispositivos electrónicos entre los jóvenes hacen que esta modalidad de violencia sea cada vez más habitual siendo potencialmente dañina para la víctima.
Según el último estudio de 2017 del Centro Nacional de Estadísticas Educativas y Oficina de Estadísticas Judiciales, de los menores de entre 12 y 18 años que manifestaron haber sido víctimas de acoso, el 15 % fueron acosados a través de sus dispositivos electrónicos. Los casos de ciberbullying comienzan de media con 12 años aproximadamente. El perfil más frecuente es el de las víctimas mujeres y los acosadores varones. Es por eso que frecuentemente las mujeres sufren este tipo de violencia de forma silenciosa (más información en este post: La agresión que no se ve: bullyng y violencia de género desde la pantalla.
GROOMING
También conocido como el engaño pederasta, se trata de un conjunto de estrategias llevadas a cabo deliberadamente por un adulto a través de la red y orientadas a ganarse la confianza de un menor con el objetivo de obtener algún beneficio de interés sexual.
El acosador hace un acercamiento progresivo y paulatino, mostrándose empático, cercano y confiable a la víctima. Todo ello orientado y perfectamente conspirado para crear una conexión y dependencia emocional con el menor, y así obtener imágenes o cualquier otro tipo de información de contenido sexual, que posteriormente utilizará para chantajear y seguir escalando en la amenaza, la manipulación y el abuso sexual hacia la víctima. Este abuso se llega a producir en su forma más extrema en el encuentro entre ambos.
Las víctimas se ven atrapadas en esta tela de araña tejida por el acosador en la que no encuentran salida. El miedo y la culpa, fruto del engaño y la manipulación ejercida por el acosador, dificultan denunciar y compartir con sus familiares y amigos cercanos la situación en la que se encuentran sometidos.
PHISHING
Consiste en obtener datos personales de cuentas o tarjetas bancarias de manera ilícita a través de la suplantación de la identidad. Normalmente, se realiza por medio del correo electrónico donde se le pide a la posible víctima que revele sus datos bancarios, contraseñas o cualquier otro tipo de información personal.
Aunque esta práctica es más habitual en adultos también se puede ejercer sobre jóvenes y adolescentes. Por tanto, resulta fundamental proteger nuestras contraseñas y no proporcionar información confidencial personal ni de datos bancarios por teléfono ni por correo electrónico.
En el próximo post veremos dos tipos más de violencia digital, así como las señales de alerta que nos pueden ayudar a identificar una situación de estas características.
Marta Vicente Álvarez | Psicóloga especialista en psicoterapia con niños, adolescentes y adultos.
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